ESCRIBIDME A:

 

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B E C K E T

 

 

 

 

 

 

No hay nada mejor para entender la Historia que leer y leer, empaparse de todo lo que a uno le parezca, asumir puntos de vista diferentes, valorar datos y opiniones y crear una imagen convincente de los hechos pasados. Todos sabemos que el cine es el mejor vehiculo para estas situaciones....Muchas veces cuando nos aproximamos a determinados hechos históricos, la falsedad o no de lo que se nos cuenta es más importante que otras cualidades. Dicho esto, personalmente no me importa si la Inglaterra del S.XII era como se nos presenta en la película, me da igual si el rey Enrique II mantuvo esa relación de la que muchos historiadores cuentan o no con Thomas Becket, no me importa dudar en este caso sobre los hechos que presenciamos. Reconozco que otras veces el cine se toma ciertas licencias creativas y se desvía sutilmente de la realidad histórica. Pero ante todo y el motivo de escribir sobre un film inmortal es esencial para mi, por eso lanzo mil aplausos por "Becket". Tras ver una película así, ni se me ocurre plantearme que los hechos sean o no ciertos porque se trata de una película inmensa, así de sencillo. El duelo interpretativo Burton/O'Toole supone un hecho colosal, es imposible determinar quién de los dos brilla más. Jamás pensé que un film basado en los entresijos palaciegos, con la Santa Iglesia por en medio y con un rey así, me llegara a apasionar tanto.

Mi respuesta a la película es tal cual: es un largometraje de dos horas y media, que se hacen muy, pero que muy cortas.

 

 

 

Todo el jugo que se pueda extraer a la personalidad de Enrique II es poco. Es alguien que tiene celos de Dios siendo él una de las personas con más poder en la Tierra. ¿Y su ambigua amistad con Becket? ¿y su dolor interior por tener que enfrentarse a su mejor amigo, la única persona que ha apreciado sinceramente en su vida?. Escribiría las infinitas veces que está inmenso O'Toole,  un actor capaz de transmitir su dolor, capaz de que el espectador sienta rabia y sin embargo, comprenderlo. Una maravilla, y creo que es muy cierto decirlo tal cual sigue: "Becket" es un claro ejemplo de la labor del cine por elevar el valor de la Historia. Los académicos no estarán de acuerdo, los de un lado y los de otro. Que si hay muchas falsedades históricas.... E incluso se le puede protestar su innegable aspecto teatral. ¿Qué más da? A mí me ha dado mucho más de lo que esperaba. De hecho, es un film para recordar siempre y tenerlo como referencia de como debe crearse una película de temática histórica... Y en lo referente a los Premios de la Academia....Tuvo 12 nominaciones y únicamente el Oscar al mejor guión adaptado. Esta es una de esas veces en que me cuestiono los oscuros intereses que se esconden en estos premios. Me pregunto ¿Que están premiando? ¿Que están reconociendo? ¿El trabajo puro de actores y actrices, directores, cámaras, fotógrafos, guionistas, etc., u otras cosas?...Acabamos de ver a Peter O'toole en una interpretación histórica, no solo por la temática del film sino también por su valor y me entero que el Oscar se lo dieron a Rex Harrison por My Fair Lady.... Creo que mejor será correr un tupido velo y dedicarme a comentar la película.

 

 

Me estoy acostumbrando a las interpretaciones de O,toole y en este caso su exageración contrasta con la sencillez y la parquedad de Burton, sencillez que exige el guión pero que no obsta para que la interpretación de Richard Burton también pueda calificarse de excelente. Pero Peter O,toole le toma la medida al personaje y nos trae, desde los libros de Historia, a un Enrique II absolutamente creíble para todos nosotros. Tan creíble que volverá a dar vida con El león en invierno. Y de esa exageración interpretativa de la que hablaba, hace arte, auténtico arte. La película tiene auténticos valores, el vestuario, los decorados, la música, pero me quedo con las interpretaciones, junto con la de John Gielgud como rey de Francia y como segundo valor el guión. El guión es genial, los diálogos no tienen desperdicio, derrochan fuerza, humor, ironía, contundencia y mantienen viva nuestra atención en las dos horas y media de proyección. Menos mal que este mérito fue reconocido por los sesudos académicos cinematográficos. En resumen.... una de esas piedras preciosas del llamado séptimo arte que, se uno tiene la suerte de encontrar.

Volviendo a los Premios Oscars, es evidente que no podemos saber, el porqué actúan de ésta forma, es muy cierto que algunas de ellas quizás ni merecían ser nominadas y en otras se pasaron, seguro que se merecían mucha más consideración de la que consiguieron, ¿Porqué actúa así la Academia? ¿Para promocionarlas ó para hundirlas? Y me habré dejado muchísimas que ni fueron nominadas caso de “Cadena perpetua”, favor que le hicieron, porqué al final es el público el que realmente toma el valor de un film y le hace pasar a la historia. Lo verdaderamente indignante, es que grandes y magníficos actores y directores no hayan recibido el reconocimiento por su trabajo, por parte de la Academia, puede que al final de su vida se les entregue un Oscar Honorífico, o peor aún a "título póstumo". Así podemos entender las ausencias de grandes actores y directores en la ceremonia, como es el caso de Marlon Brando, Woody Allen o George C. Scott... “Becket” es una espléndida película de Peter Glenville, un drama histórico con guión de Edward Anhalt, basado en la pieza teatral del autor francés Jean Anouilh....Relata la verdadera historia de la amistad entre el rey Enrique II de Inglaterra  y Thomas Becket, un cortesano leal y habitual compañero del Rey en sus incursiones nocturnas a los burdeles, de los que suele sacarle siempre. Becket es un plebeyo de origen sajón, amigo incuestionable del Monarca, nunca fue bien aceptado por los barones normandos y menos aún por la reina y la reina madre, que ven a Becket como una influencia antinatural e impropia para el personaje real. Todo empeora cuando el veleidoso Enrique II, a la muerte del Arzobispo de Canterbury, con el que se encontraba siempre en conflicto, ya que se oponía a que los bienes de Iglesia sirvieran para apoyar las campañas militares de Enrique en su lucha con Francia, nombra a Thomas para ese cargo muy a pesar de este último, pues sabía muy bien que no se puede servir a la vez a Dios y al Rey.

 

 

Aunque el absolutismo es una forma de gobierno que comienza a partir del siglo XVI por parte de algunos reyes europeos, pueden señalarse casos en siglos anteriores que ya nos muestran que ciertas tendencias de despotismo se han dado siempre. Uno de los casos de protoabsolutismo fue sin lugar a dudas el de Enrique II, rey de Inglaterra, que en plena Edad Media quiso controlar la mayor parte de instituciones y mecanismos que pudiera. Tuvo conflictos con casi todos, desde los exteriores, más lógicos, con los franceses, con los irlandeses, con Roma; pero también internos con sus nobles y con su Iglesia. La película se centra en esto último, en esas extrañas relaciones con Thomas Becket, que posteriormente se convirtió en el Arzobispo de Canterbury, puesto ahí como hombre de paja del propio rey y que sin embargo acabó volviéndose contra él. “Becket” es una de esas películas canónicamente inglesas - aunque también con las limitaciones que cuenta este estilo tan marcado-, es decir, un guión adaptado de una obra literaria, puesta en escena teatral, magnificas interpretaciones y sobria dirección. De esto último se encarga Peter Glenville, más director de teatro que director de cine, que en “Becket” firma su obra maestra más redonda. Capítulo aparte merece el tema de los dos actores protagonistas. Un Peter O'Toole en su mejor momento, venía de rodar “Lawrence de Arabia” y luego haría “Lord Jim”, realiza uno de sus mejores trabajos. Excelente, se encuentra Richard Burton, que demuestra que es uno de los actores más valorados de la historia del cine con el que es muy fácil meterse. Destacaría en sobremanera el fantástico guión, que es para mí  un texto igualmente de bueno para leer que para ver, y que es de una precisión histórica brutal. Por cierto al que le guste el arte le encantará la película, es un repaso a monumentos románicos de lo mejor que recuerdo haber visto en el cine.

 

Notable drama histórico y biográfico realizado por el director de cine, Peter Glenville. El guión, de Edward Anhalt, adapta la obra de teatro “Becket ou l’Honneur de Dieu”, del francés Jean Anouilh. Se rueda entre mayo y septiembre de 1963 en escenarios naturales de Bamburg Beach, Bamburg Castle y Alnwich Castle (Inglaterra, RU) y en los Shepperton Studios, con un presupuesto estimado de 3 M. USD. Nominado a 12 Oscar. Producido por Hal B. Wallis para Paramount, se proyecta por primera vez en público el 11-III-1964 en los Estados Unidos. La acción dramática tiene lugar en Inglaterra y en Normandía y otras localidades francesas. Becket es nombrado canciller del reino. Thomas Becket, nace en Londres en el seno de una familia burguesa originaria de Ruán (Normandía), por lo que era más normando que sajón. Es inteligente, sutil, frío, sagaz y astuto. Consciente de su valía personal, se siente profundamente insatisfecho de sí mismo hasta que acontecimientos imprevistos le impulsan a cambiar la orientación de su vida. Enrique II es, caprichoso, egoísta, irascible y mujeriego. Se le recuerda como un gran rey, que gobernó bien, incluso después de la muerte de Becket, y que se enfrentó a numerosos conflictos por sus deseos de conservar el poder absoluto del reino....Un excelente guión transcribe con precisión pasajes íntegros de la obra original de Anouihl, que adquiere una rica y convincente dimensión cinematográfica. Hace uso de una acertada y emotiva superposición de diversos niveles de figuras simultáneas o paralelas de contraposición, de las que se extrae recursos de un poderoso dramatismo y de una gran intensidad. La contraposición entre los dos protagonistas ocupa todo el interés y determina la evolución y el avance de la acción.

 

 

El enfrentamiento permanente entre los protagonistas se acompaña de una amalgama de enfrentamientos adicionales: el rey, su familia, la Corona y la Iglesia, Inglaterra y Francia, los barones y el rey, el anciano obispo de Canterbury y la Corona, la jurisdicción real y la eclesiástica, el Papa y los cardenales,... Algunas contraposiciones se muestran encadenadas y relacionadas entre sí: la guerra con Francia, el aumento de impuestos y la oposición de la Iglesia. La suma de conflictos diversos se administra con el acierto necesario para producir en el ánimo del espectador sensaciones positivas, alejadas de la saturación y el agobio. Contribuye en este sentido el estilo del guión, sencillo, claro y de fácil comprensión. O’Toole, Burton y Gielgud son sobresalientes. Destaca por su mayor desenvoltura y riqueza de registros la de O’Toole. Burton tiene a su cargo un papel más contenido, reflexivo e introspectivo. Gielgud en sus dos o tres apariciones deja en el espectador un recuerdo duradero. Forma parte del sistema de recursos narrativos la utilización de escenarios amplios y espacios de grandes dimensiones, en los que predomina la sobriedad y la austeridad decorativa. Las paredes se presentan libres de aditamentos, de acuerdo con los parámetros del estilo románico de los tempos, presididos por el Pantocrátor, y los palacios. Los movimientos de cámara y la sucesión de encuadres no sólo no distraen, sino que más bien fijan en el argumento la atención del público. El color alterna dos tratamientos: los cromatismos intensos y saturados de la familia, como su esposa Leonor y su madre Matilde, en sus tareas de confección de tapices y los espacios religiosos inmersos en combinaciones de luces tenues y penumbras, que evocan el pálpito oculto de la muerte y la idea del templo panteón, como se muestra en el arranque del film. El buen uso que se hace de la pantalla grande realza la visualidad de la obra y la belleza del film.

Con cierta frecuencia se ha afirmado que el cine británico, por su cercanía cultural al norteamericano, carecía de personalidad, especialmente en comparación con cinematografías como la francesa o la italiana. Como toda generalización planteada en términos absolutos, la precedente afirmación resulta en realidad un tanto gratuita e injusta. Si hay algún aspecto en el que el cine británico ha destacado siempre es en el peculiar tratamiento que reflejan sus filmes históricos, aprovechando para ello su rica tradición teatral, que se deja notar en la concepción de las películas, así como en la calidad y el matiz de las interpretaciones. A ello han sabido sumar virtudes puramente cinematográficas, como el cuidado que prestan a los decorados, localizaciones y vestuario. Ejemplo de todo puede ser esta estupenda obra, que narra las relaciones de amistad que mantuvo Thomas Becket con el rey de Inglaterra, Enrique II. Como ya se ha apuntado en otras críticas, parte del interés del filme radica en la concepción del poder real que encarna Enrique y los conflictos que dicha concepción le acarrean con otros estamentos del reino, singularmente la Iglesia, cuyos intereses defiende Becket, arzobispo de Canterbury, antaño canciller real y amigo íntimo del rey. No obstante, yo creo que el tema central de la película es la soledad de los poderosos, que erigidos en símbolos de grandes instituciones, han de renunciar a todo lo demás, amistad incluida. Así, ambos personajes tienen clara cuál es su misión, su deber, y el concepto del honor del que están contagiado les impide dar marcha atrás o transigir en exceso. Mientras que el rey es retratado como un hombre caprichoso, pero al tiempo celoso de su poder y sensible a la verdadera amistad, Becket se nos presenta como un personaje frío, calculador, sumamente inteligente, pero al que le cuesta experimentar y manifestar sentimientos. Será su honda transformación interior la que arroje por tierra su relación con Enrique.

 

 

 

 

Las localizaciones, como el castillo de Alnwick o la catedral de Canterbury, con cuidado de no mostrar añadidos góticos, así como los decorados y el vestuario, están pensados al extremo, siendo de lo más sobresaliente del filme. La labor de Glenville tras la cámara es excelente, destacando dos momentos magnéticos: el comienzo, con un bellísimo picado que simboliza la condena del rey, no en vano entra en la catedral para cumplir penitencia, y el encuentro de éste con Becket junto al mar, plasmado en un hermoso gran plano general. Hace mucho tiempo que llevaba intentando encontradme ante una película histórica de tan largo alcance, en cuanto a dirección, decir que la labor de este director, es especialmente minuciosa en cada plano...Vuelvo a reiterar, que no tenga un oscar me parece una aberración, y créanme que me encantan estos premios, Richard Burton mucho más contenido e hipnótico, pero la labor de Peter se encuentra a mi manera de ver el cine en una de las más completas y mejor logradas, de la película... Un león de invierno vuelve a hacer de Enrique II, junto a Katherine Hepburn, también los dos estuvieron nominados y ella finalmente lo ganó, pero centrando en esta película, que si no parece que no es una crítica, destacar absolutamente todo, música, fotografía, decorados, vestuario.La tensión que se genera cuando los protagonistas comparten escena es increíble, y sin ganas de diseccionarles la película, la escena del encuentro en la playa y ver al rey gritar... ¡¡Tomás!!!... es grandioso y se me acaban los adjetivos.

 

 

 

 

Cuantas versiones se han echo de Enrique VIII, de Isabel I, Thomas Moro, María Estuardo y demás personajes de la realeza ?. Casi todas ellas, con buen oficio y rigor histórico. Además de grandes medios y excelentes actores que ya habían curtido antes sus papeles en el teatro. Becket, debe de estar sin ninguna duda en los mas altos peldaños del escalafón del cine históricos por muchos y variados motivos:

-Gran respeto a los hechos históricos acaecidos, pues creo que los acontecimientos que aquí se narran, no defirieron mucho de la realidad del momento-.

-A pesar de su origen teatral, la obra tiene ritmo cinematográfico. La acción transcurre de manera ágil y dinámica.

-Sobria dirección, a cargo de un profesional que realizó "El cardenal"

-Richard Burton, Peter O´Toole, y Jhon Gielgud... difícil imaginarse a otros en su lugar.

-Y por encima de todo, creo que si algo deslumbra por encima del resto, es su inmaculado guión, Unos diálogos cargados de sabiduría, ironía, cinismo, pasión, tensión, y hasta un agudo sentido del humor.

Sin duda, una cinta larga, pero que se hace corta, porque paladeas con satisfacción cada escena, cada dialogo, cada plano, cada gesto...muy recomendable.

Pero, sí quiero terminar diciendo que es una lastima, que a día de hoy solo, se haya editado la película en DVD, en una edición de kiosco, sin restaurar, sin la calidad de visionado que la obra se merece. Cuando se hacen innumerables ediciones de otras cintas de calidad muy discutible.

 

 

Laurence Rosenthal será el encargado de crear la BSO de Becket realizando diez temas de los cuales destaco: “Becket-Main Title-King Henry's Arrival” y “Trial and Escape to the Court of King Louis”. Sus excelentes melodías le valieron a Rosenthal la nominación al Oscar a la mejor banda sonora. Un premio que acabaría llevándose Richard M. Sherman y Robert B. Sherman por Mary Poppins. En definitiva, Becket es una gran película en la que vemos como un rey es capaz de llegar al límite para hacer entrar en razón al que fuera su íntimo amigo. Un hombre con principios, y predispuesto siempre a la búsqueda de la lucidez existencial, sólo le debe lealtad a Dios, al amor y a la verdad. Pero, un rey, aferrado al poder y al vasallaje, sólo le debe lealtad al sostenimiento de su trono, porque es más fácil traicionarlo todo que renunciar a la “grandeza”. Lo extraño, y a la vez admirable, en este maravilloso filme, es que vemos al rey, Enrique II, como un hombre que reconoce la amistad donde ésta se da y la valora casi hasta el límite de sus propios intereses. Con diálogos agudos, profundos, capaces de sustraer la dualidad que se agita en el hombre conteniendo su grandeza y su fragilidad, hacen que sea una recreación histórica de gran rigor, y el más impecable registro fotográfico por parte de Geofrey Unsworth, que hacer resplandecer a dos seres humanos con todas sus contradicciones, sus matices y su capacidad de enfrentarse al mundo para defender una amistad que, en el ejercicio de lo que es justo, quizás encuentre sus propios límites. La obra da para trascender la epidermis de estos personajes.

El film va adquiriendo progresivamente tintes sombríos que tienen su mejor y más intenso refuerzo en los severos decorados de palacios y lúgubres templos cuya atmósfera se intuye irrespirable. Glenville se toma su tiempo para contraponer el carácter de ambos personajes, sin descuidar por ello la importancia del fondo compuesto por los barones normandos, la familia real que el rey detesta y el clero. Becket, de origen sajón, es sutil, profundo, frío y reflexivo, mientras se cuestiona el sentido del honor, en tanto que Henry es impulsivo, iracundo y por tanto dado a la ofensa verbal. La atracción que el rey siente por Becket tiene un fondo homosexual nada oculto en la obra. Una película fascinante...

 

 CINE CON MAYÚSCULAS.

 

 

 

En cuanto a los escenarios elegidos: los castillos de Bamburgh y de Alnwick, absolutamente fidedignos al tiempo de narración: la Edad Media. Esta gran dedicación del autor ha hecho que la película sea respetada por el tiempo de una manera mágica. Desconozco si el principio y el final están rodados en Canterbury, ya que no he podido contrastar el dato. La película tiene un claro tinte homosexual, en ese amor loco que tenía Henry II por Thomas Becket, del que sin duda quedó seducido por su alta inteligencia, a pesar de ser Sajón, y ser sospechoso de posible enemigo normando. Por último, precioso el trato de la lluvia que hay en esta película. A la vez que me engancha....

 

!!! Becket !!!...

 

Una obra maestra absoluta....Es como dije anteriormente:

 

CINE CON MAYÚSCULAS.

 

 

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