ESCRIBIDME A:
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C A B A R E T
Mi articulo sobre esta obra cumbre del musical va entremezclado con los acontecimientos que se vivieron en la sociedad berlinesa de aquellos años, para darle el color que precisa esta hermosa pieza de cine, donde hasta las mismas canciones que se interpretan, llevan un mensaje de lo que comenzaba a incubarse en Alemania: EL NAZISMO.
Decía Francis Ford Coppola, y estoy totalmente de acuerdo con él, que las reglas están para algo, que el cine musical, en sentido estricto, es aquél cuya trama no puede comprenderse sin las canciones, ya que éstas cuentan la historia musicalizada. Ahora bien querido Coppola, también creo que las reglas están para romperse, con el necesario ingenio, y CABARET es buena prueba de ello, la historia podría entenderse perfectamente sin los números musicales que las chicas y el maestro de ceremonias llevan a cabo sobre el escenario del Kit Kat Klub, pero faltaría el punto de vista que esas mismas canciones aportan, esa ironía que complementa la historia, o sencillamente ese juego de contrastes servido con el extraordinario montaje de David Bretherton entre la cruda realidad exterior y el salvaje libertinaje del interior. Lo de nombrar al maestro Coppola tiene sentido y es que ese montaje paralelo que podemos observar en el primer número musical de la película lo plagió él descaradamente, con toda el atrevimiento del mundo, no solamente en varios momentos de su espectacular pero mediocre COTTON CLUB, sino en cierta forma en el sublime e inolvidable final de su irrepetible trilogía sobre EL PADRINO. Solo por sus tres obras claves en la historia del cine sobre la familia Corleone, se le puede perdonar sus pecados.
CABARET se convertía en un hito en 1972, recuperando el esplendor, ya casi olvidado, de los grandes musicales, obteniendo un fabuloso éxito popular y ocho Oscar, aunque el de mejor película le fue arrebatado, por EL PADRINO. Hace varios años se habló y se sigue hablando bastante de este film en particular, y de Bob Fosse en general, en las cinéfilas conversaciones de la escuela de cine a la que acudía. Mi opinión entonces, era la de un hombre que llevaba el cine en la venas y es que Fosse, que había podido firmar muy buenas películas en su carrera, no era un creador cinematográfico de primera magnitud. Pensaba eso entonces, y ahora sigo pensando exactamente igual. No fue un gran creador de formas cinematográficas, pero, como suelo decir, hay que ser un genio en esta vida para llegar a ser un mediocre, pensemos sólo por un instante, lo que se necesita para llegar a ser un genio. No me interprete mal el lector, Fosse no era en absoluto mediocre. Era un artista brillantísimo. Y CABARET es una magnífica película. Fosse, sobre todo, era un creador de musicales. Por sus venas corría sangre ardiente de música y danza, mas que cine, aunque amaba este arte con todo su corazón. Era un animal escénico, un gigantón adicto a los estimulantes y a la emoción de las representaciones. Un perfeccionista casi insensible al dolor físico y psicológico de sus bailarines. Un hombre profundamente apasionado y vital y atormentado, como todos los grandes artistas. Y principalmente era un coreógrafo superdotado, el más grande del siglo XX. En Estados Unidos ganó nada menos que ocho premios Tony, toda una hazaña; y en su juventud fue un bailarín excepcional que vio frenada su carrera por su prematura e implacable calvicie. De modo que en lugar de deslumbrar con sus movimientos, deslumbró indicando a otros bailarines cómo moverse, y por ello se hizo inmortal. De las cinco películas que dirigió es lógico que la más célebre sea CABARET, drama con el Berlín de entreguerras de fondo. Con ella pulió los números más ingeniosos, más creativos, de su carrera cinematográfica, y se lució con una magistral recreación de época, a cargo de Rolf Zehetbauer, estilizada pero al mismo tiempo realista y verosímil. Con esta película, Fosse se alejaba por fin de los escenarios y modelaba su más importante trabajo cinematográfico…que finalmente era su musical. Al día de hoy uno de los más logrados y famosos de la historia. Y una obra cinematográfica de enorme calidad como para pasar a ser una obra maestra del genero.
El personaje central, es esa
cantante desprejuiciada y entrañable interpretada con enorme
vitalidad y energía por Liza Minnelli, que de su madre Judy Garland
heredó una voz también poderosa, y de su padre Vicente Minnelli el
sentido del espectáculo musical. Bowles es una norteamericana sin
rumbo que igual que ha terminado en Berlín, podría haberlo hecho en
Londres o París, y que ofrece su talento para espectáculos subidos
de tono en los que ella, que aprovecha para conocer a ricachones
abyectos que tal vez la retiren. Quiere ser actriz, por supuesto, y
busca contactos en la UFA (que sería una de las más eficaces
herramientas de propaganda bélica de la Alemania nazi), pero también
es una mujer con el corazón roto, pues su padre, un diplomático
siempre ausente, no le hace caso. Ambos rasgos de su carácter serán
el timón que Liza Minnelli empleará para la que es su mejor
interpretación. A su lado Michael York, que nunca fue actor de gran
voltaje, pero está más que digno en su extraño papel de británico
lingüista Brian Roberts, y en su amistad con Sally está el corazón
de la historia. Nosotros lo observamos todo con los ojos del
británico. Pero, en comparación, es mucho más misterioso y
fascinante el inigualable maestro de ceremonias de Joel Grey, al que
nunca veremos fuera del escenario, lo que acentúa su enigmática
imagen. Sally y Roberts intentan salir adelante en el Berlín más
tumultuoso del siglo, ese en el que surgió el nazismo como supremo
manipulador de las mentes deprimidas y los ánimos machacados de los
alemanes, en un país arruinado y sin futuro. Pero en ese sentido y
en otros, CABARET es una película dramáticamente anémica, que se
queda en la superficie del drama, porque la intimidad de sus
personajes no está convenientemente fusionada con el entorno social,
de modo que parece que hay varias películas dentro de ella, y así se
unen unas con otras. Pienso que le hubiera beneficiado una mayor
concisión argumental y menos dispersión en la relación por ejemplo
de Liza con los dos hombres, y esa homosexualidad que late
continuamente en los ojos de Helmut Griem, los tres se aman, pero el
director deja nuestra imaginación volar. Lo que está clarísimo, es
que el nivel que mejor funciona es el musical, donde Fosse da lo
mejor de sí mismo, sobre todo narrativamente, porque fuera del Kit
Kat Klub, aunque filma con gran profesionalidad, el contraste con la
forma en que monta y visualiza los shows es muy sensible. De hecho,
parece que la historia no es más que la excusa para las canciones,
aunque gran número de estas fueron descartadas del libreto original
de Joe Masteroff, para el que Fred Ebb escribió las letras de los
temas, y John Kander la música. Ambos reescribieron y crearon muchas
canciones, pero Fosse se quedó con unas pocas y, ayudado por el gran
operador Geoffrey Unsworth, uno de los más grandes de la época,
deslumbra con una imagen espectacular, densa y muy psicológica. Con
su factura impecable y su estilizado sentido musical, no sorprendió
a nadie que la adaptación largamente esperada de CHICAGO, calcara
punto por punto el toque Fosse. Aunque Fosse tuviera algo de gélido.
CHICAGO, dirigida por el también coreógrafo Rob Marshall, un
director con poquísima personalidad, pero que nos ofreció un
producto muy espectacular y con buenos números musicales, pero que
se queda en una película interesante, corriente, y poco más. Yo he
sentido que es imposible ver diez minutos de CHICAGO sin desear
quitarla y poner inmediatamente CABARET, es totalmente dispar, en
otro mundo, distinta una de otra, hablo de una brillante obra
maestra, levemente imperfecta por culpa de la nube que cubre la
amistad de los dos amigos de Liza, pero con algunos de los números
musicales más inolvidablemente perfectos de la historia del cine.
CABARET es una de mis películas favoritas, tal vez el mejor musical
de todos los tiempos... Brillante, irónico, mordaz, con una
intensidad que le viene dada por la base literaria, ya que el
argumento está sacado de la obra autobiográfica de Chistopher
Isherwood, concretamente de su novela ADIÓS A BERLÍN, publicada en
1939. Isherwood viajó a Alemania en 1930 y allí trabajó como
profesor de inglés. Conoció e intimó con el novelista E.M. Forster,
y entre otras muchas personas, con una mujer, Jean Ross, que le
inspiraría el personaje de Sally Bowles en ADIÓS A BERLÍN, el libro
donde se tratan las complejas relaciones de una serie de personajes
marginales que viven como pueden, sus desordenadas vidas como
exiliados en un Berlín que asiste, incrédulo, al surgimiento del
fascismo nacionalsocialista. El cabaret es un lugar de evasión donde
la gente acude para olvidarse de la amarga realidad cotidiana: la
inflación, el miedo, la xenofobia... Mientras tanto, el nazismo se
está incubando, el "huevo de la serpiente" está convirtiéndose en un
enorme engranaje de poder que ya ha dado muestras de su violencia.
Christopher Isherwood abandonó Berlín en 1933 por diferencias con el
régimen nazi y el temor a ser perseguido.
Hay películas cuyos fotogramas se nos quedan perfectamente grabados
en la retina, asociados a sus protagonistas, y como es el caso, a
las canciones y números musicales que interpretan. CABARET, dirigida
por Bob Fosse en 1972, revive por completo un genero un tanto
olvidado como el del musical, gracias a una magnifica coreografía y
a una insuperable Liza Minelli y a su compañero de reparto, Joel
Grey, nos trasladamos al decadente, alocado y hedonista mundo del
Kit Kat Club, durante los días finales de la Republica de Weimar y
el inminente ascenso de los nazis al poder en Alemania. CABARET, se
había estrenado previamente sobre las tablas de los escenarios de
Broadway en 1966, bajo la forma de un musical protagonizado por la
actriz Judi Dench. Estaba como en la película, basado en ADIÓS A
BERLÍN, como dije anteriormente. Christopher Isherwood, el autor
había realizado varios viajes por Alemania, donde llega por primera
vez en 1929, hasta el año 1933, cuando abandona definitivamente el
país por diferencias con el régimen nazi. Durante algún tiempo
ejerció como profesor, mantuvo relaciones homosexuales, lo que
explica algunos aspectos que luego veremos en el film. Para los
personajes descritos en la misma, se basó en personas que conoció,
normalmente seres marginados y estrafalarios, exagerando algunos
rasgos de su personalidad, como el de Sally Bowles. Por ello será
poco prudente definir a la película CABARET solo como un magnifico
musical, de por si brillante, sino que uno de sus muchos valores es
adquirido gracias a la extraordinaria semblanza que de manera
sencilla hace del periodo oscuro de la historia de Alemania en que
se fragua el nazismo que acabará con el clima de libertades que se
respiran en el Kit Kat Club. De una bulliciosa ciudad de Berlín
alejada del puritanismo imperante en esos momentos en Francia o Gran
Bretaña y que sin embargo vivían sus últimos días en paralelo a una
gran amenaza. Su director, Bob Fosse había estado familiarizado
desde su infancia con el mundo del espectáculo, heredado de su
padre, el cantante Cyril Fosse, y a pesar de adentrarse en el cine,
donde destaca como coreógrafo, no abandona sus actuaciones como
bailarín de danza. De entre sus musicales, destaco por su
brillantez, NOCHES EN LA CIUDAD y EMPIEZA EL ESPECTÁCULO... aunque
siempre será conocido y laureado por su CABARET, todo un rompedor e
impresionante retrato de unos seres vivos, envueltos en unos números
mas que inspirados, yo diría: !!IRREPETIBLES!!!. El cabaret y la
libertad sexual que se respira dentro del mismo vienen a representar
el clima de libertades y expresividad cultural existente durante la
Republica de Weimar. Con las ya míticas palabras: Willkommen,
bienvenue, welcome...el maestro de ceremonias del Kit Kat Club, nos
da cada noche la bienvenida al Cabaret, un lugar hecho especialmente
para olvidar los problemas cotidianos y disfrutar libremente de un
espectáculo tan cargado de erotismo como extravagante, sin
prejuicios morales. El personaje interpretado por Joel Grey se
convierte en un contrapunto exacerbado con su ironía a la dramática
evolución que vive Alemania en esos días y como de otros aspectos
que rigen la vida y el amor en el mundo. Canciones como "Cabaret",
"Welcome", "Two ladies", "Money, money"..., han pasado a formar ya
parte de las mas famosas de la historia del musical, junto con la
coreografía de Bob Fosse. Los números musicales están vinculados y
de hecho aparecen entremezclados con el desarrollo de la historia de
los protagonistas, sino también de la propia Alemania. Como los
espejos que nos proporcionan en los últimos fotogramas del film, una
visión deformada del ascenso al poder de los nazis en Alemania. La
película de Bob Fosse toma el Cabaret del Kit Kat Club como reflejo
de la decadencia de la Republica en su ultimo acto de existencia.
- "¿Por que el mundo no puede vivir y dejar vivir?. De la cuna a la tumba no hay una distancia muy larga..."-
Sabio recordatorio que canta
Sally Bowles en el numero musical en que nos cuenta que La vida es
un Cabaret, invitándonos a vivirla, pues tal y como le preguntaba su
amiga Elsie, ¿De que te sirve quedarte sola en tu cuarto?, Esta
canción final, sumada a otros mensajes de la película, refuerzan en
suma la esencia de este film que invita a despojarse de prejuicios y
de problemas, a vivir y dejar vivir, como desea también el maestro
de ceremonias. El film de Bob Fosse trata sobretodo de esto, de la
tolerancia, bien sea en el plano de la sexualidad como en el de las
diferencias de nacionalidad, religión o raza. La canción Two ladies,
nos habla de un hombre que se acuesta con dos mujeres. El amor que
se profesan Sally y Brian refleja bien esa tolerancia que les lleva,
no sin tener que superar algunas dificultades, a disculparse y a
comprenderse mutuamente. Finalmente emprenden caminos diferentes,
viviendo la vida cada uno por su lado, pues lo contrario, aunque
deseable como final feliz, sería un engaño para ellos mismos. El
guión ya ha retratado en la relación entre Brian y su amigo la
homosexualidad de ambos personajes, oculta sin embargo a los demás y
que les lleva a practicar la bisexualidad. Paralelamente, la fuerza
del amor verdadero sin barreras ni prejuicios, es lo que también
impulsa al personaje de Fritz a despojarse de todos los asfixiantes
prejuicios raciales que imperan esos días sobre los judíos en
Alemania, desafiando el peligro que supone revelar su condición
hebrea, para contraer matrimonio con la mujer de la que esta
enamorada, Natalia Brandauer.
Siento una enorme admiración por Liza Minelli y no creo que ninguna
actriz pudiese concebir a esa Sally Bowles de vitalidad embriagadora
y portentosa voz, todo un torbellino de pasión y de locura por la
vida. Una joven norteamericana, primera artista de un cabaret de
Berlín que sueña con convertirse en una estrella del cine alemán. Un
ser frágil, una hija carente de la atención y el cariño de un padre,
que teme que no signifique nada para nadie. En el extremo opuesto
encontramos a Michael York como Brian Roberts, un estudiante
británico que acude a Berlín para perfeccionar su alemán. Tímido,
comprensivo y sosegado. Forman una pareja explosiva, tierna, pero
toda una bomba de relojería que un tercer elemento intenta hacer
estallar, dentro de una sociedad que se desmorona. Las referencias a
la situación política, social y económica de Alemania nos son
trasmitidas a través de las canciones como de las aventuras de los
protagonistas, y se corresponden con la Gran Depresión económica
vivida tras el Crack bursátil de 1929, en la parte final del Periodo
de las dos guerras. Voy a intentar referirme solo a algunos aspectos
de este hundimiento. Tras el endeudamiento sufrido durante los
cuatro años de la I Guerra Mundial, la política del nuevo gobierno
alemán, en lugar de recurrir a subir los impuestos comenzaron a
emitir enormes cantidades de papel moneda, lo que sumado a una
desfavorable balanza de pagos a causa de las importaciones y a los
pagos de las reparaciones de guerra impuestas a Alemania tras perder
la contienda, condujo al país a una hiperinflación de tal calibre en
la que un dólar llega a cotizar a 160 millones de marcos en
septiembre de 1923. Esto arruinará a las clases medias y envía al
paro a millones de obreros, sembrando el hambre en el país, no
afectando del mismo modo a los grandes capitalistas, para quienes se
convertirá en una oportunidad de ampliar sus negocios y propiedades.
Años mas tarde, cuando esta galopante inflación se había logrado
estabilizar y Alemania parecía recuperarse, llega el Crack de 1929
cuyo origen, en Estados Unidos, tuvo una repercusión mundial y la
nación alemana de nuevo se sumió en
un periodo de gran depresión, situación a la que el personaje de
Fritz Wendel hace referencia, cuando dice que los negocios no le van
bien por culpa de los comunistas, los nazis y que pronto se vera
pidiendo limosna a no ser que se case con una rica. Esta situación
de profunda crisis lleva a la población a buscar evasión en los
problemas de la vida cotidiana en el cine, la literatura o
espectáculos como el cabaret, que durante esos años conoció su mayor
esplendor en ciudades como Berlín, erigiéndose en símbolo de una
nueva cultura del ocio, así Alemania vivirá una importante expresión
innovadora y cultural en el campo de las artes. Este era el telón de
fondo donde Sally resistía, y lo gritaba de la mejor forma que
sabía, sobre el escenario de un CABARET.
La situación en Berlín era de caos y desconcierto, a partir de la Gran Guerra un fuerte movimiento obrero reclamaba mejoras y no dudaba en amotinarse y tomar las armas y las fabricas para temor de los empresarios, y por otro lado un movimiento contrarrevolucionario dentro del cual, el Partido Nacional Socialista de Adolf Hitler fue erigiéndose en su principal baluarte. Cuanto mas aguda era la crisis, mayor auge cobraba en las urnas el Partido Nazi, y cuando las cosas mejoraban, se traducía en una perdida de apoyo electoral. En una de las escenas de CABARET vemos carteles de las elecciones presidenciales de 1932 del presidente Hindenburg tachado con los símbolos comunistas en rojo de la hoz y el martillo o las iniciales KPD del Partido Comunista Alemán. Aunque no se llegue a mostrar en la película, el presidente de la Republica, el viejo Mariscal Paul von Hindenburg, logra su reelección a los 85 años, gracias al apoyo del centro izquierda. Pero bajo su mandato no se persiguieron los crímenes cometidos por los S.A. del Partido Nazi, y finalmente ante la perdida de respaldo de sus gobiernos, y la fuerte presencia de los nazis en el Parlamento, nombra en enero de 1933 canciller a Adolf Hitler, a quien finalmente le otorgó mediante decreto poderes extraordinarios. En la radio de la pensión donde se hospedan Sally y Brian, se escuchas estos acontecimientos y junto con la prensa, dan una extraordinario carácter ambiental al film. También trasluce lo que fueron los diversos enfrentamientos entre miembros del Partido nazi y los comunistas, resaltando siempre la brutalidad de los primeros, en sintonía con su paulatino ascenso en Alemania. Esto queda reflejado a través de la mortal paliza que propinan al gerente del Cabaret y los números musicales en los que burlescamente se representa a jóvenes bavaros pegando patadas a las vedettes, ataviadas con casco y marcando el paso de la oca.
El partido nazi terminara siendo visto por los grandes industriales
y empresarios alemanes como un instrumento útil para combatir a los
comunistas, que representaban para ellos una amenaza desde la
izquierda. Temor acrecentado por el ejemplo que constituía el
comunismo soviético y que propugnaba la Internacional Comunista.
Pensaron en Hitler como un mal menor, alguien que instrumentalizaría
y del que, llegado el momento, resultaría fácil desembarazarse. El
mismo barón Maximiliam von Heune lo expresa así:
-" Tras contemplar el
asesinato de un judío cometido por los bestias nazis quedé aterrado,
pero son útiles, nos libraran de de los comunistas, luego ya les
controlaremos "-.
Sin embargo no comprendieron el movimiento surgido en torno a Adolf Hitler, la firme determinación, ni los propósitos y la fuerza que el partido nazi alcanzaría una vez llegase al poder. La película nos proporciona un momento cumbre donde de modo excepcionalmente rodado se explica este aspecto. En algo tan típicamente alemán como una cervecería en el campo, donde la gente disfruta sentada en las mesas al aire libre, y conversa con absoluta normalidad, llegan Brian (Michael York) y el barón. Un joven rubio de aspecto ario comienza lo que parece una bella canción típica del folklore regional que a medida que avanzan sus estrofas y la cámara va abriendo plano, mostrando a los comensales levantándose hinchados de espíritu patriótico, revela su verdadero significado. Menos un viejo que juega al ajedrez y que es el único en no levantarse y en alzar su brazo haciendo el saludo nazi. La escena finaliza cuando Brian dice a su amigo:
-"¿Tu crees que podréis controlarles?"-.
La película contrapone a estos
aspectos un excelente numero musical a favor de la tolerancia, en el
que el maestro de ceremonias habla de su amor con un simio vestido
de mujer, y explica que si pudieran verla con sus ojos comprenderían
su
amor, y que tan solo pide un poco de comprensión, preguntándose:
-"¿Por qué el mundo no puede vivir y dejar vivir? "-.
La mayoría de los cinéfilos de mi edad, hemos conocido CABARET a través del cine, en la película de Bob Fosse. El talento de Fosse unido a la impresionante actuación de Liza Minnelli, dio como resultado una de las mejores películas musicales de la historia del cine. Aparte de la calidad de la coreografía o la puesta en escena, contiene fragmentos de increíble tensión dramática. Una escena, que mencioné antes... merece el visionado de la película:
-"Tres de los protagonistas se encuentran de excursión en el campo, y se paran en una cervecería al aire libre a tomar algo. Hace sol, hay familias comiendo, un grupo de niños rubios... Todo resulta muy idílico. De repente, uno de ellos se levanta y empieza a cantar una melodía muy dulce, a la que, poco a poco, se van incorporando otras voces, las de otros niños y adultos del local, pero la canción va cobrando un tono más violento, se convierte en un himno militar, el chico rubio extiende el brazo al frente esgrimiendo el saludo fascista y la cámara se acerca a su brazo mostrándonos la cruz gamada en su manga. Toda está escena está rodada de forma tan bella y real, que nos sirve para entender un poco la crueldad incipiente del nacimiento del nazismo, sin tener que leer un libro de historia."-
CABARET es una película de
importante trasfondo político, y los números musicales la convierten
en algo único. Canciones como "Willkommmen, bienvenue" o "Money,
money", se siguen escuchando con el mismo placer de hace años. La
coreografía de "Mein herr", con Liza Minnelli y un ballet de chicas
encima de una silla, se ha convertido ya en un icono del cine.
Cabaret nace para ser representado en el teatro y de allí al
escenario, y donde se hace grande como pocas es en un local berlinés
de poca monta llamado el Kit Kat club. Alli, el maestro de
ceremonias, canta, baila y presenta el espectáculo con monólogos
llenos de descaro y sarcasmo. Desde aquí mi admiración por Liza
Minnelli, por los genes que le hacen única y por ese papel bombón de
Sally Bowles. No hubiera tenido que interpretar mas Films, con
CABARET le bastó para demostrar que es una primerísima figura del
espectáculo..
Corre el rumor de que muchas actrices hubieran
matado por conseguir el papel de Sally Bowles...Se hicieron muchas
pruebas, pero desde el primer instante Liza era la favorita, es muy
difícil ser una excelente actriz y al mismo tiempo dar vida a Sally,
afortunadamente consiguió su objetivo y tendremos siempre en la
retina a esa mujer que adora los escenarios por encima de todo, que
es capaz de arriesgar cualquier cosa con tal de actuar. Descarada,
espontánea, llena de vida, transmite una contagiosa vitalidad.
Perdedora en cada nueva relación amorosa que emprende, conmueve por
su inocencia a pesar de su promiscuidad, porque posee rasgos de
ingenuidad infantil.Quizá uno de los mejores momentos de la película
lo alcanza una magnífica Liza Minnelli, cuando canta "Cabaret", una
canción de gran dificultad vocal, llena de contrastes, con voz
profunda y ancha en la que afirma, sin paliativos, que la vida es un
cabaret sin fin:
"Start by admitting from cradle to tomb... isn't that long a
stay... life is a cabaret, old chum,... it's only a cabaret, old
chum... and I love the cabaret!!"
Que traducido, aproximadamente, viene a decir:
- "Admitamos que, de la cuna a la tumba, el viaje se pasa en un vuelo... La vida es un cabaret, tío; no es más que un cabaret, viejo, ¡Y yo adoro el cabaret! "-
Sin duda, es solo una canción: la vida es un inmenso cabaret, un
escenario interminable donde se representan a diario la muerte, el
amor y la vida; donde cualquier director de escena daría a los
actores la instrucción más importante: "Pase lo que pase, el
espectáculo debe siempre continuar"
.Impresionante musical, con multitud de números
antológicos, que destaca curiosamente por las coreografías, pues
creo que es lo que le da el marchamo a esta obra maestra, la
preocupación por organizar una sutil puesta en escena que sea motor
de la película sin reducir el espectáculo únicamente a diálogos
cosidos con bailes.Y en eso hace hincapié el director aunque la
parte musical pueda parecer separada del desarrollo dramático.
Separación aparente, ya digo, puesto que en el fondo la vinculación
es más que obvia, con el maestro de ceremonias alertándonos, como un
oráculo, sobre las miserias e impulsos de la condición humana y las
alarmas históricas que deben afrontar los personajes. La escena de
"Tomorrow belongs to me" es ejemplo fundamental de narrativa a
través de una escena, y es tan digna de estudio, revisión y
admiración como la cerilla de Lawrence de Arabia, el espejo roto de
El Apartamento o la introducción de Centauros del desierto. Pero la
película no se queda en ese detalle, sino que toda ella está plagada
de momentos de esas características, por ejemplo la definición de
las intenciones y la relación del trío protagonista a través de la
escena del baile; el final con la esvástica nazi perfectamente
perfilada entre un amasijo de rostros deshumanizados, uniformes
alienantes y piernas pateadoras de culos...La película no habla, no
explica, por tanto, sino que se arranca a través de la puesta en
escena. En ese sentido es interesante reivindicar a Bob Fosse no
sólo como coreógrafo, sino también por su particular mezcolanza de
narrativa visual de raíces, incluso, de cine clásico, con la
abundancia de primeros planos realzando las interpretaciones,
planificación a partir del espacio y de la ubicación de los
personajes..., con una temática, audacia y recursos visuales,
montaje histérico y cámara al hombro en breves pero determinantes
ocasiones, que le dan una aureola de modernidad aún vigente y le
acercan a un cierto cine independiente que en aquellos años iba
tomando cuerpo.
Liza Minnelli nunca estuvo tan radiante como en
este trabajo, donde compone un personaje lleno de ternura, bajo la
capa de libertinaje y despreocupación que muestra en la superficie.
Le da la réplica a un ingenuo Michael York. Ella nos envuelve
durante toda la cinta y nos magnetiza a partir de sus ojos llenos de
pasión por la vida. La dirección, la música, las actuaciones, son
elementos que se confabulan a la perfección para mostrarnos la
atmósfera desenfrenada del Berlín a punto de caer bajo las garras de
Hitler. Asistimos a una obra acabada que se deja ver en forma
cautivante después de muchos años de su estreno. La vi hace unos
días nuevamente y no puedo silenciar mi total veneración por este
este Cabaret inolvidable. Como toda las grandes películas tiene
alguna laguna, por ejemplo no me convence la trama desarrollada al
final, porque es una lastima que no quede clara la historia
secundaria de Marisa Berenson y Fritz Wepper.No obstante, como dijo
Wilder: "NADIE ES PERFECTO" y todas las secuencias que asume Liza
Minnelli, la belleza musical de los números hacen que merezca la
pena ver esta película. Sobre todo a los amantes de los musicales,
como yo, quedarán marcados con el film para toda su vida.
Bob Fosse conservó intacto el encanto y el
ambiente chispeante de un típico local nocturno de espectáculos, que
se presenta como una alegoría de la alegría ruidosa sin prejuicios,
y la evasión de los problemas de la vida diaria. El cabaret es pura
filosofía que invita a dejar las preocupaciones en la puerta y
zambullirse en la euforia de noches de música, colorido, risas,
embriaguez, excesos y desinhibición. Mientras de puertas afuera el
partido nazi alemán crece como una enfermedad y gana cada vez más
fanáticos adeptos, mientras en las calles se suceden las emboscadas
y los asesinatos y grupos de desaprensivos marchan como legiones
infernales insultando a los judíos, agrediéndolos y dejando
ofensivas pintadas en los muros de sus viviendas, dentro del cabaret
las penas se olvidan bajo ríos de alcohol, capas de maquillaje,
ropas chillonas, coreografías de vértigo y canciones que hablan de
felicidad, de amor, de dinero y de diversión.
El maestro de ceremonias es una institución en sí mismo. Una
institución sobre la libertad, el descaro, el ocio y el placer que
cada noche es completamente feliz dando rienda suelta a todo su
caudal artístico. Ácido, avispado y punzante, bajo su maquillaje y
su desparpajo destapa las hipocresías de una sociedad demasiado
ciega y lastrada por la soberbia. El cabaret es el núcleo tras el
cual se originan historias personales. Punto de encuentro de un
público deseoso de huir de la tosca realidad exterior, y de artistas
que sueñan con un futuro de luces prometedoras, escenarios,
bambalinas y éxito.Sally Bowles es una gran cantante, nacida para el
espectáculo, que regala su voz y sus naturales habilidades
interpretativas al servicio del cabaret. Pero no es suficiente para
ella. No es más que un escalón en el camino hacia el triunfo, porque
Sally a toda costa desea ser actriz. Pero se cruza en su vida con el
joven Bryan Roberts, al que convence para hospedarse en la misma
pensión que ella. Surge amistad y atracción. Ella es un torbellino
que oculta las tristezas de un corazón dolido de abandonos bajo
kilos de rabioso maquillaje, trajes nada discretos, charla incesante
y un ritmo acelerado e irresponsable. Él es discreto, bien educado,
reflexivo, introvertido y responsable. Dos extremos que se acercan
en una relación llena de consuelo. Ambos se atreven a dejarse llevar
y a ilusionarse… Pero no tardan en surgir las nubes que empañan la
claridad. Se mueven en círculos en los que contactan con un
aspirante a cazadotes que cae en su propia trampa al enamorarse
perdidamente de una bella joven judía de familia muy rica; con un
barón libertino que los seduce a los dos y los sume en la confusión;
y con otros personajes de diversa condición. Entre el cabaret, la
pensión y lujosas mansiones, los días transcurren aceleradamente… Y
los protagonistas continúan su búsqueda personal, entre tumbos,
caídas y aceptación. Y las noches de juerga continúan en el “Kit Kat
Club”, los nazis crecen cada vez más, y se olfatea la tensión en la
atmósfera, y la gente apura su presente cuya amenaza se niegan a
admitir, intuyendo que quizás pronto vendrán muy malos tiempos… Y el
esplendor conocido se esfumará. Pero no antes de que ellos lo hayan
aprovechado a tope. Todos como Sally y Bryan, engañándose con
hermosas quimeras que saben imposibles, pero a las que aún no
quieren renunciar.
CABARET suma drama, romance y musical. La acción y
los números musicales se presentan como dos bloques separados e
independientes, si bien algunos aspectos de la acción sugieren el
sentido y el contenido de los números musicales que les siguen.
Desde el principio se intercalan cortes de la sala de fiestas y del
exterior, con lo que la obra adquiere ritmo, agilidad y variedad. En
el club se abordan públicamente los temas de preocupación general de
la época: antisemitismo, militarismo, autoritarismo, racismo... El
club deviene un espejo que refleja la realidad de modo simplificado
y algo deformado, como si de una caricatura se tratara. Los primeros
planos así lo sugieren, al mostrar las paredes del escenario
revestidas de una plancha metálica pulida, con algunas arrugas, que
reflejan la imagen de las figuras que tiene próximas. El mundo
exterior se representa como un universo disipado, ocioso y
decadente, empeñado en distraerse y divertirse a toda costa, sin
pensar en los peligros que le amenazan. La sala de fiestas es,
también, una válvula de escape y el ambiente está impregnado de
sensualidad, erotismo y sexualidad. Resulta sobrecogedora la
descripción de los desmanes, amenazas, insultos, provocaciones,
represalias, choques sangrientos con comunistas, con los que los
nazis llaman la atención pública y llenan las calles, las
cervecerías, los locales públicos y la propia sala de fiestas. Pocas
veces han ocupado la atención del cine con tanta precisión y fuerza
los hechos ocurridos en Alemania en 1930-1932 de la mano de los
nazis, hasta que desgraciadamente ocupan la Cancillería y con ello
el poder.
Las interpretaciones de Minnelli y York destacan
por su riqueza expresiva y la abundancia de matices. El humor se
hace presente a través de los números irónicos y sarcásticos del
club, las presentaciones del maestro y unos diálogos agudos. La
historia que se relata es un cuento de amor triangular de triple
entrada: una mujer con dos hombres y dos hombres entre sí. Bob
Fosse, bailarín, coreógrafo y realizador, había dirigido “Noches en
la ciudad” antes de asumir la tarea de realizar CABARET, su obra
culminante. Posteriormente entrega otros trabajos, como “All That
Jazz”, buena película, visualmente atractiva y espectacular, pero
para mi criterio adolece de cierta teatralidad. En CABARET hay
escenas destacadas, como la de la cervecería al aire libre
(Biergarten), el apaleamiento del director de la sala de fiesta al
ritmo de una danza bávara, el número de baile del presentador con
una mona, el baile de los tres protagonistas (Sally, Brian y
Maximilian) fundidos en un abrazo ambiguo. Singular importancia y
ante todo, adquiere el gran clima las amenazas nazis sobre las
personas, sus interrelaciones, su libertad y su dignidad.
El alter ego de Christopher Isherwood, autor de la
obra en la que está basada la película. tiene en esta ocasión el
rostro aniñado del actor Michael York. Recién llegado a Berlín,
conoce a una mujer singular hija de un diplomático norteamericano.
Su vida alocada, anárquica y sin tabúes, llama la atención del
protagonista, que, a través de ella, se familiarizará con los
ambientes desprejuiciados, de moral libérrima, de un país que
sobrevive a duras penas por las severas condiciones que el Pacto de
Versalles impuso a los vencidos y que servirá de caldo de cultivo de
grupos violentamente nacionalistas y antisemitas de los que surgirá
el partido nazi. Contraste, pues, entre una sociedad herida que
intenta olvidar su mísero presente, aferrndose a un paraíso que
permite romper con las trabas sociales y sexuales y que a su vez
desea un líder, un Führer, que la saque del pozo en la que se
encuentra. Los números musicales ya forman parte de la historia del
séptimo arte. Desde el celebérrimo "Money, money" hasta el bucólico
y terrible "Tomorrow belongs to me", todos ellos alcanzan tal
intensidad dramática y satírica, enlazan, profundizan y acompañan de
tal manera la acción narrativa, como pocas veces antes se había
visto en su género e interpretados en su mayoría por la maravillosa
Liza Minelli, se abren de par en par las andanzas y amorosas del
trío protagonista, mientras la amenaza del nazismo crece como un
cáncer imparable, una metástasis que habría de ser devastadora para
Alemania y el resto del mundo. CABARET es una película de visión
obligatoria para todo amante del cine, pero os la recomiendo en
V.O.S., el doblaje manipula los diálogos originales, y busca
relativizar, por ejemplo, las relaciones homosexuales entre los
personajes interpretados por Michael York y Helmut Griem, que
viéndola en VOS están totalmente claros. Este film no va ni de una
historia de amor, ni de un cabaret, ni mucho menos es un canto a la
vida... si ves CABARET y solo eres capaz de pensar eso, es que
tienes un serio problema.. No entiendo demasiado a todos aquellos
que interpretan “Cabaret” como un musical, pues una cinta que va
mucho más allá de lo que la gente ve realmente. “Cabaret” es todo un
drama en mayúsculas donde critica de forma muy dura la represión de
los nazis mediante canciones con tal de satirizar lo grotesco y
malvado y convertirlo en algo más divertido y desenfadado, algo muy
parecido a lo que haría en el futuro el director Roberto Benigni con
su obra LA VIDA ES BELLA. La película cuenta con unos elementos muy
cuidados, con una maravillosa fotografía y fantásticos e
inolvidables números musicales. La cinta nos ofrece momentos que se
nos quedarán grabados tanto en la retina como en el oído ya que toda
la obra desprende un aura de arte incomparable. Es imposible que no
salgamos de ver la película sin tararear alguna de sus fantásticas
piezas musicales ya sean las más cómicas o dramáticas, que son cada
una de ellas una obra de arte. Liza Minnelli desprende una vitalidad
y una frescura en su personaje que agiliza más aún si cabe, el ritmo
de la película. Su bohemio compañero, no se queda atrás, formando
uno de los dúos más memorables que se puedan ver en una película
gracias a su increíble química. La guinda del pastel lo otorga
Michael York y Helmut Griem con sus actuaciones.
Habrá muchas películas musicales. Y algunas,
seguramente, mejores. Y se harán muchas más… Pero nada se puede
comparar con “CABARET”. Es una leyenda desde los años sesenta hasta
nuestros días. Bob Fosse la inmortalizó impecablemente tanto en el
teatro como en la gran pantalla, convirtiéndose en una de las
películas musicales con 8 Oscar de la historia. La historia de
Cabaret es tan simple como fuerte. Nos narra vidas de seres que
deambulan por un cabaret de Berlín, teniendo el alzamiento del
nazismo como telón de fondo. Grupo de personajes muy bien definidos,
pero, de entre todos ellos, tiene uno que brilla con luz propia. Y
es Sally Bowles (Magistralmente interpretada por Liza Minelli),
actriz de genes míticos, y de grandes dotes de actriz, que años mas
tarde no supo o no quiso, que se olvidase de inolvidable
interpretación de Sally, aceptando tan solo apariciones en publico
con éxito arrollador, pero sobre un escenario, no en la pantalla,
comprendo a Liza y aplaudo su decisión, porque aún, hoy en día sigue
paseando su arte por lo ancho del mundo, teniendo la fuerza de sus
genes en ebullición. Judy Garland y Vincente Minnelli no podían
haber tenido mejor epitafio que ser los padres de una figura única
del espectáculo. Vincente Minnelli antes de morir dijo al respecto
de su hija:
-" Liza es cuarto y mitad de su madre, lleva su sangre, su espíritu y me siento feliz y pleno de haberla visto en CABARET, posiblemente yo lo hubiera dirigido de otra forma, está claro que me habría equivocado, Liza y Fosse que han hecho muy feliz de poder admirar un trabajo que va mas allá de las estrellas. Ahora puedo morir tranquilo..."-
A mediados de los años 90, el director Sam Mendes estrenó su
particular versión de la obra. El “revival” teatral de Cabaret, fue
todo un éxito de crítica y público. Un desconocido Alan Cumming
interpretó a Emcee; consiguiendo un premio Tony al Mejor Actor. El
"revival" consiguió lo que parecía imposible: mejorar lo
inmejorable, y dotó a la obra de algunos cambios que no hicieron
sino darle aún más fuerza al libreto de John Kander y Fred Ebb, que
después de más de 40 años sigue con la misma fuerza que cuando fué
escrito. Esto me demuestra nuevamente que cuando algo se realiza con
seriedad, amor y profesionalidad salen disparadas obras que hace que
el cine o el teatro se escriba con letras de oro. CABARET las
atesora en su lienzo, y es curioso, cuando la contemplo de nuevo,
ese brillo es mas fuerte....Eso me hace pensar que:
-" Las grandes obras, no envejecen jamás "-