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CAMPANADAS A MEDIANOCHE

 

 

 

 

 

Campanadas a medianoche es una película difícil de comentar. Es de Welles y eso supone siempre "algo distinto" que podrá convencernos en mayor o menor medida pero que, con toda seguridad, "romperá esquemas".... son los poderes de Orson Welles. Por encima incluso de su buen trabajo como actor está la lucha contra la monotonía, lo convencional y lo preestablecido. "Welles is diferent" podemos afirmar, y eso se nota...en los contenidos, en las formas, en los diálogos, en el montaje, en los movimientos y enclaves de cámara y hasta en los blancos más limpios y en los negros más siniestros. Si las películas oliesen, olería a Welles.Y Campanadas a medianoche tiene su inequívoco aroma. Esas tomas desde planos insospechados en la posada de costureras modositas. Esa batalla medieval tan exactamente igual a tantas y tantas batallas edad-media y a la vez tan singularmente cruel. Espejo donde se mirarán otros cineastas. Recordemos a Bravehearth. Ese desfilar de lanzas sacado de las insignes pinacotecas patrias. Los gozos de la miseria y las sombras de una realeza que añora entre versos shakaspearianos el tranquilo descanso del grumete en la tormenta. Los gozos y las sombras en el fondo de todo, en el rey que rabió y en el rey que finalmente acaba rabiando y pasando página de amistades peligrosas. La ingratitud y la caja de pino. A eso se reduce todo. Pero desde la primera narración en off hasta la ultima...."hemos visto tantas cosas, sir John".... Hay interpretaciones de quitarse el sombrero, el almohadón ó la cacerola. Por cierto, genial interpretación bufa de su majestad por parte del propio Welles como Falstaff. Ahí están John Gielgud, Margareth Ruterford y Jeanne Moreau, pero también encontramos a Keith Baxter como el príncipe de Gales ó Alan Webb como Shallow, casi desconocidos pero magistrales. Vimos localizaciones capaces de remontarnos en el aire de los siglos y de los países: Ávila, Chinchón, Cardona... Y sobre todo oímos Maese Shallow las campanadas de un cine que despierta nuestra cultura ancestral europea, la cultura de Shakespeare atravesando océanos y fronteras para retornarlo en la mirada y de la mano de un norteamericano universal por los cuatro costados. Orson Welles es como ese alumno que nunca estudia y saca sobresaliente, no toma apuntes. Se mantiene a la vez indiferente e irónico con los profesores. Habla inglés mejor que el profesor de inglés. Ha leído todos los libros del programa de Literatura antes de empezar el curso, y cuando tenemos una hora de estudio libre saca una novela de Faulkner en su idioma original. Le envidiamos cada vez que abre la boca, porque su humor va tan por delante de nuestro pensamiento que nos sentimos pequeños y agradecidos. Y lo seguimos envidiando cuando vemos que hay chicas esperándole al final de la jornada.

 

 

 

Un amigo que vive en Chinchón me contó:

 

-" Al cabo de veinte años nos lo encontramos por la calle. Estaba gordo y canoso. No era presidente de la ONU, ni jefe de una multinacional, ni siquiera trabaja para una empresa privada. En el bar nos gusta decirle cuánto ha significado su figura, su recuerdo, en nuestra vida, pero comprendemos a tiempo que es una estupidez. Lo vemos, hablando. Su voz está arrugada. Nuestro pensamiento se distrae un instante con la reunión que tenemos esta tarde y está a punto de abandonarlo definitivamente. Lo seguimos escuchando. Reímos... Y de repente, fluimos. Nos dejamos llevar. Reímos con otra historia. Guardamos silencio expectante antes del desenlace sorprendente de sus relatos. Son historias del Hollywood que él conoció. Nos emocionamos como no recordamos haberlo hecho en los últimos veinte años. Y reconocemos una devoción antigua, para la que no encontramos una palabra que la describa, más viva que nunca, más viva que la propia vida. Vemos su enorme espalda, andando calle arriba, sin prisa y también sin vacilación. Nunca será Rey. Gracias a Dios. Él es el Príncipe del cine y los príncipes se les permite tener alma."-




La película viene a ser un homenaje al personaje shakaspereano, sir John Falstaff, aparecido en algunas de las obras del célebre escritor británico concretamente en las partes I y II de "Enrique IV" y en "Las alegres comadres de windsor"... aunque Welles aprovechara sólo las partes I y II de "Henry IV" aderezado con escenas de las obras de "Ricardo II", ya que precisamente la obra de Welles comienza cuando la voz narradora nos pone en antecedentes sobre la misteriosa muerte del rey Ricardo II, según algunas voces con la colaboración del duque Enrique de Bolingbroke, a la sazón nuevo rey con el nombre de Enrique IV, y padre del díscolo y corrompido por la compañía de Falstaff, príncipe de Gales y futuro sucesor suyo con el nombre de Enrique V...
 

En 1964 Welles se hizo amigo del productor de cine español Emiliano Piedra, que quería trabajar con él. Piedra no creía que una película de Shakespeare fuera lo suficientemente comercial y propuso a Welles hacer en su lugar una versión de La isla del tesoro. Welles estuvo de acuerdo, con la condición de poder hacer simultáneamente Campanadas a medianoche, y Piedra aceptó sin saber que Welles no tenía ninguna intención de hacer La isla del tesoro. Aunque se rodaron algunos tomas en Alicante saliendo del puerto, ninguna escena de La isla del tesoro fue rodada, ni siquiera escrita. Welles utilizó en la preproducción el truco de construir decorados que se podrían utilizar en las dos películas, como la taberna Boar's Head de Mistress Quickly, que serviría como la posada del Almirante Benbow. Welles también hizo pruebas a los actores para las dos películas, incluido él mismo como Long John Silver, Baxter como el doctor Livesey, Beckley como Israel Hands y Gielgud como Squire Trelawney. Irónicamente. Welles declaró que la taberna Boar's Head fue el único decorado completo construido para la película; el resto eran simplemente arreglos efectuados a escenarios naturales. Según Welles, él diseñó y dibujó el decorado, así como todo el vestuario de la película. Al principio de la preproducción, Anthony Perkins habló con Welles para interpretar al príncipe Hal, pero Welles ya había prometido el papel a Keith Baxter. Hilton Edwards fue escogido inicialmente para interpretar a Justice Silence, pero fue sustituido tras ponerse enfermo. El título Campanadas a medianoche procede de Enrique IV,  donde en respuesta a los recuerdos de Justice Shallow de sus días en la escuela, Falstaff afirma: «Nosotros oímos las campanadas a medianoche, maese Shallow». Según Bridget Gellert Lyons, que ha investigado la figura de Orson Welles, el título tiene relevancia por el repetido sonido de las campanas a lo largo de la película, se asocia por el público a la enfermedad y a la muerte, más que a las alegrías de la juventud. La película se rodó en España entre septiembre de 1964 y abril de 1965, con una pausa en el rodaje desde finales de diciembre hasta finales de febrero. El presupuesto tenía un límite de 800 000 dólares, y los actores Jeanne Moreau y John Gielgud estaban disponibles cinco y diez días, respectivamente, mientras que Margaret Rutherford solo estaba disponible durante cuatro semanas. Welles bromeó con ello durante una escena donde participaban siete personajes principales y ninguno de los actores estaba disponible, debiendo usar dobles para las tomas de espaldas. El rodaje comenzó en Colmenar e incluía todas las escenas de John Gielgud. Luego, Welles viajó a Cardona, donde se rodaron las escenas de la corte real y las de Marina Vlady, y en la Casa de Campo, donde se rodó la escena del robo de Gadshill. En Madrid también estaba el decorado de la taberna Boar's Head, donde Welles rodó las escenas de Moreau y de Rutherford. La producción viajó después a Pedraza para algunas escenas de calle al aire libre, y luego a Soria para rodar en la nieve. Después, con Justice Shallow y Justice Silence en el País Vasco, Welles regresó a Madrid en diciembre para la batalla en la Casa de Campo, que duró diez días.

 

 

Así pues,  con una estupenda fotografía en blanco y negro evocando perfectamente el siglo XV inglés a cargo de Edmond Richard, y una brillantísima banda sonora de Alberto Lavagnino, la película adapta unos magníficos e ingeniosos diálogos en verso shakaspereano, sobre todo cuando entra a escena el propio Falstaff,  mientras relata toda una sarta de mentiras grandilocuentes y era tomado a risa por sus aventajados discípulos; el príncipe de gales, e hijo díscolo del rey Enrique IV, Hal (Keith Baxter) y su fiel escudero Ned Poins (Tony Beckley). Con una puesta en escena sobria, la obra sale finalmente triunfal de guerras y conspiraciones en las que se ve inmersa, destacando la escena de la batalla entre los Percy  con Henry Percy  como abanderado y los cortesanos de Enrique IV, con el príncipe Hal como estandarte. El mismo Welles quedó orgulloso de la película, puesto que siempre dijo que fue la obra que más le agradó junto con "El proceso" de aquella etapa francesa...

 

La última película de Welles fue esta impresionante obra maestra, refundición de cinco textos de Shakespeare: es la lucha por el trono de Inglaterra entre Enrique Percy y el príncipe de Gales. A este último le instruye Falstaff, un pícaro, orondo y entrañable personaje. Dotada de toda la fascinación visual de su autor, "Campanadas a medianoche" se puede decir bien claro que es una de las mejores películas de la Historia, dónde Welles demuestra su estado de gracia inmejorable en la situación desgraciada que lo persiguiera desde "Ciudadano Kane": las limitaciones presupuestarias y de producción. Por ello, aún tiene más mérito la película, producida por España, lo que da a nuestra cinematografía una joya impensable y única. Estamos ante un film complejísimo, fusión del universo de Shakespeare pero bañada por la amarga picaresca del Quijote cervantino que habría que centrar sobre todo en el personaje de Falstaff, al que Welles da vida de forma impecable, soberbia, insuperable. Para él mismo se reserva un personaje decadente, casi ingenuo, libertario y sin maldad. Welles se está interpretando a sí mismo, a su genialidad inabarcable y no apoyada, a su vida libertaria y excesiva, a su ingenuismo tierno y complejo. Y sino fuera así, ¿porqué no eligió el personaje de Gielgud?. Mejor que no lo hiciera pues queda para la posteridad este Falstaff. Quizás sea difícil asegurarlo, pero esta puede ser la auténtica obra maestra de Welles, dónde su estilo expresionista, su empleo del montaje y la planificación, su capacidad para jugar con los claroscuros de los personajes, del alma humana y de los fotogramas alcanza cotas más altas, regueros de inspiración sublime. Hay aquí una magistral, inabarcable, excitante e imborrable mixtura de épica, tragedia, drama, humor y aventuras. Y qué decir de la imponente dirección de actores con soberbios trabajos de Gielgud y todo un equipo completado por Fernando Rey, Margaret Rutherford, Marina Vlady, Norman Rodway y Walter Chiari. En fin, que ésta amarga reflexión sobre el paso del tiempo y la decadencia es la corroboración definitiva de que cuántas más dificultades tenía el genio, empresas más fastuosas, inverosímiles y desproporcionadas, más apasionantes y excitantes proponía, incansable, resistiendo estoicamente tanto obstáculo y vallaje a su talento, resistiendo su más remota opción de llevarlo a imágenes, sobrevolando genialmente por encima de todos sus límites previos e instalándose en lo ilimitado, en lo impresionante, como si el hambre agudiza su enorme talento. Y qué lujo para la raquítica España de los 60 haberla producido en nuestra geografía quijotesca., sinceramente una obra maestra.

Orson Welles ha dejado para la Historia del cine una serie de películas inolvidables, mas allá de su Ciudadano Kane, hay muchas más, difíciles de enumerar, era alguien que sabía lo que hacía, un maestro, ojala esté en el crepúsculo de los dioses, se lo merece. Solía decir que el poder, si lo utilizas con vehemencia te puede dar grandeza y sabiduría a ojos de los demás, pero para eso tienes que dejar de ser la persona que eras, tienes que dejar atrás todo para convertirte en otra diferente que pueda soportar esa corona tan pesada. Ese es el precio del poder, es como pactar con el diablo y eso solo lo consiguen los grandes. Welles, como director era un genio, pero como actor aún mejor:

-“El honor me aguijonea, pero y si el honor empujándome hacia delante me manda al otro mundo, ¿puede el honor reponerme una pierna? No, ¿o un brazo? No ¿o suprimirme el dolor de una herida? No ¿el honor es diestro en cirugía? No, ¿Qué es el honor? Es aire, solo aire pero ¿Quién lo obtiene? El que murió ... ¿lo siente? No, ¿es cosa insensible? Si para los muertos, pero ¿puede vivir entre los vivos? No, las malas lenguas no lo permiten por tanto no quiero saber nada mas. El honor es un escudo funerario, es mi catecismo”. Pero mi verdadero catecismo es hacer buen cine"-

 

Campanadas a medianoche tiene el estilo de Welles… con encuadres imposibles que sólo un genio como él consigue y cuyo virtuosismo técnico está a la altura de las mejores obras de todos los tiempos. El guión es un compendio de cuatro obras de Shakespeare donde se mezclan tramas, de todas ellas dando como resultado una obra única,.en la que se mezclan el drama con ambientación medieval, personajes de la corte británica, grandes dosis de humor en su mayoría de Falstaff, el bribón y gordinflón personaje, vividor de tabernas y burdeles al que da vida el propio Welles  magistralmente. La obra respeta muchas de las frases originales de las obras de Shakespeare, por lo que representa un auténtico places escuchar lo que los diferentes personajes tienen que decir, que con locuacidad realizan un excepcional uso del lenguaje, pero este mismo hecho tiene otra cara en la misma moneda. La película en mi opinión parece puro teatro y eso también se puede trasladar a algunas interpretaciones, con voces histriónicas que sin duda funcionarían en teatro clásico pero poco aptas para el cine. El film ilustra ese enfrentamiento de una doble traición. La primera de ambas traiciones – la traición a la amistad – contiene la parte más hermosa de este film triste y sensible; la segunda – la traición del feudalismo a la realeza – no puede ser entendida en toda su trágica dimensión si no se conocen previamente las obras del dramaturgo: Ricardo III, Henry IV y Henry V. Falstaff es el único personaje que más allá de la Historia, destaca entre los demás, ese hombre cuya gruesa barriga le impide verse sus propias piernas, pero no supone un obstáculo para su ingenio… Ese gordo caballero mitad hidalgo envilecido y mitad sabio plebeyo, es el superviviente de una vieja y sencilla manera de entender la vida, el último ejemplar de una Inglaterra en trance de extinción. La película es un sentido y, a la vez imperfecto poema sobre la imperfección humana, compuesto en honor de los viejos cuerpos hinchados de vicios. Es eso y como casi toda la obra, es también una ficción para desnudar los mecanismos del poder. Todo ello ilustrado con batallas fascinantes que han inspirado infinidad de películas, diálogos insuperables y limitaciones presupuestarias vencidas con derroches imaginativos. Rodada en España gracias a un puñado de amigos, entre ellos Luís Miguel Dominguin y Antonio Ordóñez.

 

 

Desenfunda su pluma, la de las ocasiones especiales, y se dispone a hacer lo que mejor sabe, contar una historia.... Escoger el material de los sueños es difícil. El papel le sabe a poco. El aire, voluble, se escabulle entre sus grandes dedos. Welles necesita dar con un material que pueda cincelar a su imagen y semejanza. En el que pueda poner parte de su ser. Que pueda mostrar su luz y su oscuridad. Así es como llega al celuloide el Orson-poeta. Ya puede contar su historia, la de un mundo que creía suyo, y que le dio la espalda. Un mundo que se esforzó en impedirlo ser grande, un mundo que le impidió volar más alto, un mundo que corto sus alas y se limitó a encerrarlo en una jaula de barrotes dorados, pues dorado es el color de Hollywood, el color de la hipocresía. A los 26 años había llegado a lo más alto. Su mundo se acaba y lo sabe. Todos le han abandonado....Rita Hayworth queda lejos, con su Dama de Shangay y nos abandonó a todos sin ella desearlo... Orson vió que era tu última oportunidad. Luchaba por no dejarla escapar. Si esta película iba a ser tu última despedida, debería ser descrito ha su modo. Le guían sus pasos hasta sus últimas consecuencias. El y solo él seria el rostro del final. Tenia que contar algo y hacerlo con la magia que sabia.

Durante toda su vida tuvo un elevado ritmo de trabajo y muchos pleitos financieros, lo que a la larga le acarrearía la muerte. Welles murió de un ataque cardíaco en Los Ángeles en 1985. Sus cenizas fueron depositadas en el municipio malagueño de Ronda, en la finca de recreo de San Cayetano, propiedad de su amigo el matador de toros Antonio Ordóñez, según tal y como había expresado.​ Sin embargo hay otras versiones en las cuales se dice que Orson Welles no dejó testamento alguno donde expresara sus deseos luego de su muerte, por lo tanto su hija como su esposa acordaron que sus cenizas fuesen esparcidas en España, ya que ése fue el lugar donde Welles se sintió más feliz en el transcurso de su vida.

 

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